lunes, 31 de marzo de 2014

Reseña La huida de Carol

Esta es la primera vez que publico un texto de este tipo pero, la ocasión lo merece. Después de haber leído la magnífica novela de Menchu Garcerán, "La huida de Carol" os dejo una pequeña reseña.

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Desde que “La huída de Carol” llegó a mis manos sabía que no iba a durarme mucho, y así fue. Tan solo dos días tardé en devorar esta apasionante historia de intriga, romance y acción que me hizo disfrutar como una niña con juguete nuevo de cada palabra, cada línea, cada párrafo, cada página, cada capítulo que deja al lector con muchas ganas de saber ¿qué pasa ahora? 

Menchu Garcerán tiene un toque de magia cada vez que escribe. Tiene la virtud de crear unos personajes que enamoran. Conocimos a Mark Rimmer en su primera novela “El viaje del presidente” y, si bien podía ser un secundario sin mayor relevancia, la forma en la que ella lo describe y su participación en esta historia hicieron que me quedara con la duda de  ¿Y qué será de Mark?

Pues bien, Mark conoce a Carol en la boda de sus amigos David y Kate y viven un tórrido y fugaz romance del que él desconocerá las consecuencias hasta que, dos años después, se reencuentran.

Carol ha huido de un matrimonio horrible, de un hombre que ha mermado su autoestima y  que la ha hecho creer que es una buena para nada, un ser despreciable al que no ama y que no es el padre de su hija.

 Con poco más que la ropa que llevaba puesta y una niña de quince meses en brazos, nuestra protagonista llega a Washington DC, al asilo de su vieja amiga Kate ignorante de las aventuras y desventuras en las que se verá sumergida.

Mark la contrata para trabajar en su periódico  y lo que en un principio serán trabajos sin mucha importancia se convertirán en una gran exclusiva de falsificadores de moneda cuando la cabezonería de Carol toma el control de su cuerpo.

Cabezota, obstinada y terca, así es la protagonista de “La huida de Carol” una mujer de nuestro tiempo que tendrá que volver a  elevar su vida sobre los pocos cimientos que, de su fuerte carácter,  le quedan tras su convivencia con un hombre autoritario y que solo buscaba lucirla como un trofeo.

Menchu consigue, como pocas autoras pueden hacer, que el lector empatice con los personajes y sienta en su propio cuerpo cada emoción, cada sentimiento, cada pena y cada alegría.


Matrícula de honor para “La huida de Carol”  y ¡a por el próximo éxito!

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Si no has leído ya: "El viaje del presidente, La fórmula deseada, Infiltrada, El último carnaval y La huida de Carol de Menchu Garcerán no sé a qué estás esperando. 


sábado, 8 de marzo de 2014

Recorrido a mis grandes heroínas de la TV

Hace mucho, mucho tiempo hice una entrada para el blog donde hablaba sobre mis amores platónicos televisivos.  Hoy, he decidido hacer una sobre las heroínas que acompañaban a esos hombres, bien dice el refrán que, detrás de cada gran hombre hay siempre, una gran mujer.

Siguiendo   la misma estructura de aquel viejo texto hay que empezar este nuevo con la primera mujer que tengo noción y vagos recuerdos de haber considerado una heroína cuando yo era muy pequeña. No es otra que Laura Holt la inteligente y aguerrida socia del gran Remington Steele.


De la misma forma que él fue mi primer amor platónico televisivo, ella se fue mi primera gran heroína.
En la década de los 80 todavía el papel de la mujer en la sociedad se circunscribía al ámbito de la casa y la familia y fueron personajes como el de Laura los que motivaban a las féminas a moverse de ese rol y tratar de conseguir por sí mismas un hueco en la sociedad por su trabajo.
Laura Holt era una joven de veintitantos años (no recuerdo que nunca dijeran su edad exacta pero por datos que daban no creo que llegara a la treintena) que, tras estudiar matemáticas en la universidad asumió que lo que más le gustaba en esta  vida eran el peligro y los retos.
Así que fundó una agencia de detectives con su nombre, pero fracasó, nadie creía que una mujer fuera a ser capaz de ejercer una profesión así. Con el tiempo, Laura decide inventarse un jefe, un hombre que le sirviera de reclamo para los clientes. Y le funcionó.
Lo nunca pudo pensar esta jovencita era que, su ficticio hombre perfecto fuera a acabar por materializarse y convertirse en una realidad con la aparición de un atractivo treintañero de pasado misterioso y profundos ojos azules que, además de asumir la personalidad de Remington Steele y hacer de su jefe ficticio uno real, se convertiría en el hombre que devolvería a Laura la ilusión y la fe en el amor que había perdido con el abandono de su novio.
Esa es la base principal de una serie pensada para tener a Laura como protagonista, aunque cuentan que después las cosas fueron por otros derroteros, que nos muestran la lucha del día a día de una mujer por demostrar que era tan buena en su trabajo como sus colegas masculinos, la lucha encarnizada por romper el estigma de la eterna secretaria con la que todo el mundo le confundía al cruzar la puerta de la suite donde se encontraba Investigaciones Remington Steele.
He visto esta serie un millón de veces y más y siempre acabo pensando lo mismo: Laura Holt ha sido la única mujer (que yo conozca) capaz de conseguir convertir en realidad al hombre perfecto que ella, como todas, alguna vez imaginó.
Laura encarnó el ideal de vida de una mujer que tenía muy claro que lo suyo, no era quedarse en casa, que luchó por lo que le importaba  y que consiguió llevar su negocio, a lo más alto. Ella era la gran mujer detrás de Remington Steele.

Si no recuerdo mal la entrada anterior, ahora toca el turno a la que ha sido, es y será por siempre mi gran heroína por excelencia.  Sarah Mackenzie se convirtió en el tipo de mujer que yo quería ser cuando apenas era una adolescente que, un buen día, de la noche a la mañana, fue capaz de ver más allá del uniforme blanco y las alas doradas de Harmon Rabb y me di cuenta que Mac, era tal y como yo, quería ser de mayor.


Sarah Mackenzie es la protagonista femenina de JAG. Pensada inicialmente para ser la cara bonita que va tras el chico guapo el personaje consiguió atrapar de tal manera a la audiencia y evolucionó de tal forma que, muchas de las seguidoras de la serie acabamos por proclamarla nuestra líder.
Una mujer en un mundo de hombres. Trabajando dentro de uno de los organismos más machistas que existen (con todos mis respetos)  Mac pasó de ser una niña maltratada psicológicamente, dentro de un hogar desestructurado con un padre alcohólico y una madre que huyó de las palizas de éste dejando a su hija atrás,  a ser una adolescente con problemas de alcoholismo, que se casó demasiado joven para poder huir de su casas, a convertirse en una oficial del Ejército de Estados Unidos, una marine que además estudió y se formó como abogada hasta llegar a ser Coronel y una de las mejores abogadas del cuerpo de élite que formaban los abogados del cuerpo jurídico de la Armada. 
La serie terminó y no sabemos si Mac aceptó su ascenso y cambio de destino en el que le ofrecían la posibilidad de liderar su propio grupo de abogados. No sé qué pasó, lamentablemente no nos lo dejaron saber, pero de una cosa sí estoy segura,  de no haber concluido la serie, Mac habría llegado a ser la primera mujer  en alcanzar el puesto de Auditor General, habría sido la primera mujer JAG de la historia.  Seguro.
Segura de sí misma, inteligente, independiente y responsable Sarah Mackenzie marca (siempre desde mi punto de vista) otro hito en la historia de las mujeres dentro de la televisión. Su carácter fuerte sin llegar a ser cruel, su determinación a la hora de enfrentarse a los problemas y su capacidad para aguantar durante 9 años las indecisiones amorosas de su compañero, del que estaba enamorada pero al que no esperó como una santa, ésta es otra de las cosas que me gustan de ella, mientras su príncipe azul se decidía, ella probó a besar más ranas (aunque alguna sobraban, ya sabes líder, nunca te perdonaré lo de Webb ;) )
Ella era, sin ninguna duda, la gran mujer tras Harmon Rabb.


El tercer hombre de mi lista de amores era Clark Kent, así que este es el momento de resaltar la figura de Lois Lane.


A pesar de que siempre digo que todas las Lois televisivas y del cine me caen mal, en el fondo, éste es el personaje femenino que me ayudó a reconocer mi vocación por el periodismo.  Desde niña siempre me gustaron las películas de Superman y en la década de los noventa, en plena explosión de mi tele-adicción me convertí en una fanática de Lois y Clark, porque era la primera serie que veía que reflejaba la vida y el trabajo en el Daily Planet de Lois Lane y Clark Kent, más allá del mito de Superman.
Lois era ( y sigue siendo para muchas) el referente por excelencia, el máximo exponente del feminismo.  Con un trabajo arriesgado como el ser periodista de investigación, era el tipo de mujer que muchas querían ser. Independiente y que ponía su trabajo por  delante de cualquier otra cosa. Nada había más importante para Lois que conseguir una exclusiva o escribir el artículo que le supusiera un Pulitzer.  Tenaz, valiente, obstinada, luchadora y competitiva  son otros de los adjetivos que describen a esta mujer que se convirtió, en algo más peligroso que  la criptonita para Superman, en la persona que lo hacía sentir humano.
Aún recuerdo de jovencita lo mucho que me gustaba jugar a ser periodista, lo mucho que me gustaba jugar a ser Lois Lane.
Ella es, la gran mujer tras Clark Kent ( ¿o tras Superman?)

Seely Booth era el cuarto hombre de mi lista, por tanto, Temperance Brennan es pues, la cuarta mujer.
Temperance Brennan es del tipo de mujer que, tras tener una infancia dura, abandonada por sus padres y su hermano, se labró ella sola un futuro brillante. Amparándose siempre en su enorme inteligencia, Brennan hizo lo mejor que se le daba, estudiar hasta convertirse en la mejor antropóloga forense del mundo. Y eso, como ella diría, no es una frase hecha, es la verdad.



Huesos, como mejor la conoce la gente, es un tipo de mujer muy parecida a todas las que he resaltado ya, independiente, tenaz y valiente, solo que con una peculiaridad añadida: es un desastre a la hora de gestionar sentimientos, se le dan mal las relaciones sociales y no cree en nada que no pueda demostrarse con su adorada ciencia. Es un prototipo de heroína similar al que fuera Dana Scully de Expediente X solo que llevada a su extremo más radical y con algún otro ingrediente que, sin bien no he sabido nunca determinar cuál es, ha hecho de Brennan una de mis heroínas cuando Scully nunca lo fue.
Brennan es la mujer que no cree en el amor verdadero, hasta que se cruza en su camino el agente más sexy del FBI (con todos mis respetos a Fox Mulder).  Ella es la única mujer que conozco (siempre resalto que todo esto es desde mi punto de vista, ni he visto todas las series del mundo ni me conozco a todas las heroínas) a la que le parecía de lo más normal tener dos novios: uno que la estimulara física y sexualmente y otro que lo hiciera psicológica e intelectualmente, un buzo soldador cachas para meter en su cama y un físico bien vestido para hablar de ciencia tomando un café y ¿qué hay de Booth?, en aquel momento con él, solo trabajaba.
Booth consigue hacer que Brennan cambien por completo su percepción de la vida y las cosas de ésta en una progresión tan sutil que los espectadores de la serie no nos hemos dado apenas cuenta.
Sin perder su esencia inicial, continúa siendo la mejor en su campo, independiente, feminista y cabezota, Temperance Brennan ha conseguido llevar la buena vida que nunca tuvo, encontrando el equilibrio entre el trabajo y la familia.
La atea que está dispuesta a casarse por la iglesia por amor,  ella es la gran mujer tras Seely Booth.
A pesar de que el quinto hombre en llegar a mi vida platónicamente amorosa (y actualmente el que más loca me vuelve) es Richard Castle, van a perdonar (y seguramente me ganaré más de una enemistad) que la quinta mujer de esta entrada no sea Kate Beckett.
He querido reservar este apartado para un personaje femenino que sin duda representa la lucha que las mujeres tuvieron que llevar a cabo para hacerse un hueco en muchas profesiones.  Uno de los personajes que mejor representa esa lucha, que con más estigmas tuvo que romper, además en otra época completamente diferente, aún más machista, en un mundo dominado aún por el hombre, en una profesión de hombres, es sin duda,  el de La doctora Quinn.


Micaela Quinn fue una mujer que vivió siempre muy por delante de su época. Criada en el seno de una familia rica de Boston, decide seguir los pasos de su padre en el mundo de la medicina pero a ella, no se lo pondrán tan fácil.
Tras la muerte de su padre decide marcharse al Oeste y abrir una clínica en el pequeño pueblo de Colorado Spring donde debe lidiar con la absurda idea machista del siglo XIX de que las mujeres no pueden ejercer la medicina, de que su lugar es la casa y su labor cuidar de sus hijos y su familia.
Ésta es una serie que nos muestra un sinfín de valores, la familia, la amistad, la igualdad de razas, la integración social, y sin duda, la lucha de la mujer por sus derechos.   Y sobre todo nos enseñó que una cosa, no está reñida con la otra.
 Micaela se convirtió en madre de una familia numerosa y en amante esposa de su perfecto marido pero no por eso dejó de ser siempre,  la doctora dispuesta a ayudar a todo el pueblo, aunque a veces fueran horribles con ella y los demás,  la entrometida que estaba siempre en todos los problemas que surgían, en la amiga que tendía una mano a los indios cuando nadie más lo hacía.  Se convirtió en madre y esposa pero nunca dejó ser una profesional.
Y, a pesar de que adoro también a ese personaje, lo siento pero no puedo concluir diciendo que ella era la gran mujer tras Byron Sully. (Tan solo porque en esta
 serie el personaje masculino no tenía tanto peso como en las anteriores, Sully ha pasado a la  historia de la televisión simplemente como “el marido de la Doctora Quinn”).
Cronológicamente la serie es contemporánea a JAG y Lois y Clark (año arriba, año abajo) y posterior a Remington Steele pero como nos relata otra época, quiero que pensar que La Doctora  Quinn fue la precursora, la que abrió las puertas y dejó el camino allanado para que las otras grandes mujeres que he nombrado en esta entrada de mi casi siempre olvidado blog, y otras tantas grandes heroínas que se me quedan en el tintero, otras que no conozco pero seguro hay y todas las que están por venir,  lo tuvieran, aunque sea, un poquito más fácil, en su camino hacia la igualdad y la grandeza.