Hace
mucho, mucho tiempo hice una entrada para el blog donde hablaba sobre mis
amores platónicos televisivos. Hoy, he
decidido hacer una sobre las heroínas que acompañaban a esos hombres, bien dice
el refrán que, detrás de cada gran hombre hay siempre, una gran mujer.
Siguiendo
la misma estructura de aquel viejo texto hay
que empezar este nuevo con la primera mujer que tengo noción y vagos recuerdos
de haber considerado una heroína cuando yo era muy pequeña. No es otra que
Laura Holt la inteligente y aguerrida socia del gran Remington Steele.
De la
misma forma que él fue mi primer amor platónico televisivo, ella se fue mi
primera gran heroína.
En la
década de los 80 todavía el papel de la mujer en la sociedad se circunscribía
al ámbito de la casa y la familia y fueron personajes como el de Laura los que
motivaban a las féminas a moverse de ese rol y tratar de conseguir por sí
mismas un hueco en la sociedad por su trabajo.
Laura
Holt era una joven de veintitantos años (no recuerdo que nunca dijeran su edad
exacta pero por datos que daban no creo que llegara a la treintena) que, tras
estudiar matemáticas en la universidad asumió que lo que más le gustaba en
esta vida eran el peligro y los retos.
Así que
fundó una agencia de detectives con su nombre, pero fracasó, nadie creía que
una mujer fuera a ser capaz de ejercer una profesión así. Con el tiempo, Laura
decide inventarse un jefe, un hombre que le sirviera de reclamo para los
clientes. Y le funcionó.
Lo
nunca pudo pensar esta jovencita era que, su ficticio hombre perfecto fuera a
acabar por materializarse y convertirse en una realidad con la aparición de un
atractivo treintañero de pasado misterioso y profundos ojos azules que, además
de asumir la personalidad de Remington Steele y hacer de su jefe ficticio uno
real, se convertiría en el hombre que devolvería a Laura la ilusión y la fe en
el amor que había perdido con el abandono de su novio.
Esa es
la base principal de una serie pensada para tener a Laura como protagonista,
aunque cuentan que después las cosas fueron por otros derroteros, que nos
muestran la lucha del día a día de una mujer por demostrar que era tan buena en
su trabajo como sus colegas masculinos, la lucha encarnizada por romper el
estigma de la eterna secretaria con la que todo el mundo le confundía al cruzar
la puerta de la suite donde se encontraba Investigaciones Remington Steele.
He
visto esta serie un millón de veces y más y siempre acabo pensando lo mismo:
Laura Holt ha sido la única mujer (que yo conozca) capaz de conseguir convertir
en realidad al hombre perfecto que ella, como todas, alguna vez imaginó.
Laura
encarnó el ideal de vida de una mujer que tenía muy claro que lo suyo, no era
quedarse en casa, que luchó por lo que le importaba y que consiguió llevar su negocio, a lo más
alto. Ella era la gran mujer detrás de Remington Steele.
Si no
recuerdo mal la entrada anterior, ahora toca el turno a la que ha sido, es y
será por siempre mi gran heroína por excelencia. Sarah Mackenzie se convirtió en el tipo de
mujer que yo quería ser cuando apenas era una adolescente que, un buen día, de
la noche a la mañana, fue capaz de ver más allá del uniforme blanco y las alas
doradas de Harmon Rabb y me di cuenta que Mac, era tal y como yo, quería ser de
mayor.
Una
mujer en un mundo de hombres. Trabajando dentro de uno de los organismos más
machistas que existen (con todos mis respetos)
Mac pasó de ser una niña maltratada psicológicamente, dentro de un hogar
desestructurado con un padre alcohólico y una madre que huyó de las palizas de
éste dejando a su hija atrás, a ser una
adolescente con problemas de alcoholismo, que se casó demasiado joven para
poder huir de su casas, a convertirse en una oficial del Ejército de Estados
Unidos, una marine que además estudió y se formó como abogada hasta llegar a
ser Coronel y una de las mejores abogadas del cuerpo de élite que formaban los
abogados del cuerpo jurídico de la Armada.
La
serie terminó y no sabemos si Mac aceptó su ascenso y cambio de destino en el
que le ofrecían la posibilidad de liderar su propio grupo de abogados. No sé
qué pasó, lamentablemente no nos lo dejaron saber, pero de una cosa sí estoy
segura, de no haber concluido la serie,
Mac habría llegado a ser la primera mujer en alcanzar el puesto de Auditor General,
habría sido la primera mujer JAG de la historia. Seguro.
Segura
de sí misma, inteligente, independiente y responsable Sarah Mackenzie marca
(siempre desde mi punto de vista) otro hito en la historia de las mujeres
dentro de la televisión. Su carácter fuerte sin llegar a ser cruel, su
determinación a la hora de enfrentarse a los problemas y su capacidad para
aguantar durante 9 años las indecisiones amorosas de su compañero, del que
estaba enamorada pero al que no esperó como una santa, ésta es otra de las
cosas que me gustan de ella, mientras su príncipe azul se decidía, ella probó a
besar más ranas (aunque alguna sobraban, ya sabes líder, nunca te perdonaré lo
de Webb ;) )
Ella
era, sin ninguna duda, la gran mujer tras Harmon Rabb.
El
tercer hombre de mi lista de amores era Clark Kent, así que este es el momento
de resaltar la figura de Lois Lane.
A pesar
de que siempre digo que todas las Lois televisivas y del cine me caen mal, en
el fondo, éste es el personaje femenino que me ayudó a reconocer mi vocación
por el periodismo. Desde niña siempre me
gustaron las películas de Superman y en la década de los noventa, en plena
explosión de mi tele-adicción me convertí en una fanática de Lois y Clark,
porque era la primera serie que veía que reflejaba la vida y el trabajo en el
Daily Planet de Lois Lane y Clark Kent, más allá del mito de Superman.
Lois
era ( y sigue siendo para muchas) el referente por excelencia, el máximo
exponente del feminismo. Con un trabajo
arriesgado como el ser periodista de investigación, era el tipo de mujer que
muchas querían ser. Independiente y que ponía su trabajo por delante de cualquier otra cosa. Nada había
más importante para Lois que conseguir una exclusiva o escribir el artículo que
le supusiera un Pulitzer. Tenaz,
valiente, obstinada, luchadora y competitiva
son otros de los adjetivos que describen a esta mujer que se convirtió,
en algo más peligroso que la criptonita
para Superman, en la persona que lo hacía sentir humano.
Aún
recuerdo de jovencita lo mucho que me gustaba jugar a ser periodista, lo mucho
que me gustaba jugar a ser Lois Lane.
Ella
es, la gran mujer tras Clark Kent ( ¿o tras Superman?)
Seely
Booth era el cuarto hombre de mi lista, por tanto, Temperance Brennan es pues,
la cuarta mujer.
Temperance
Brennan es del tipo de mujer que, tras tener una infancia dura, abandonada por
sus padres y su hermano, se labró ella sola un futuro brillante. Amparándose
siempre en su enorme inteligencia, Brennan hizo lo mejor que se le daba,
estudiar hasta convertirse en la mejor antropóloga forense del mundo. Y eso,
como ella diría, no es una frase hecha, es la verdad.
Huesos,
como mejor la conoce la gente, es un tipo de mujer muy parecida a todas las que
he resaltado ya, independiente, tenaz y valiente, solo que con una peculiaridad
añadida: es un desastre a la hora de gestionar sentimientos, se le dan mal las
relaciones sociales y no cree en nada que no pueda demostrarse con su adorada
ciencia. Es un prototipo de heroína similar al que fuera Dana Scully de
Expediente X solo que llevada a su extremo más radical y con algún otro
ingrediente que, sin bien no he sabido nunca determinar cuál es, ha hecho de
Brennan una de mis heroínas cuando Scully nunca lo fue.
Brennan
es la mujer que no cree en el amor verdadero, hasta que se cruza en su camino
el agente más sexy del FBI (con todos mis respetos a Fox Mulder). Ella es la única mujer que conozco (siempre
resalto que todo esto es desde mi punto de vista, ni he visto todas las series
del mundo ni me conozco a todas las heroínas) a la que le parecía de lo más
normal tener dos novios: uno que la estimulara física y sexualmente y otro que
lo hiciera psicológica e intelectualmente, un buzo soldador cachas para meter
en su cama y un físico bien vestido para hablar de ciencia tomando un café y
¿qué hay de Booth?, en aquel momento con él, solo trabajaba.
Booth
consigue hacer que Brennan cambien por completo su percepción de la vida y las
cosas de ésta en una progresión tan sutil que los espectadores de la serie no
nos hemos dado apenas cuenta.
Sin
perder su esencia inicial, continúa siendo la mejor en su campo, independiente,
feminista y cabezota, Temperance Brennan ha conseguido llevar la buena vida que
nunca tuvo, encontrando el equilibrio entre el trabajo y la familia.
La atea
que está dispuesta a casarse por la iglesia por amor, ella es la gran mujer tras Seely Booth.
A pesar
de que el quinto hombre en llegar a mi vida platónicamente amorosa (y
actualmente el que más loca me vuelve) es Richard Castle, van a perdonar (y
seguramente me ganaré más de una enemistad) que la quinta mujer de esta entrada
no sea Kate Beckett.
He
querido reservar este apartado para un personaje femenino que sin duda
representa la lucha que las mujeres tuvieron que llevar a cabo para hacerse un
hueco en muchas profesiones. Uno de los
personajes que mejor representa esa lucha, que con más estigmas tuvo que
romper, además en otra época completamente diferente, aún más machista, en un
mundo dominado aún por el hombre, en una profesión de hombres, es sin
duda, el de La doctora Quinn.
Micaela
Quinn fue una mujer que vivió siempre muy por delante de su época. Criada en el
seno de una familia rica de Boston, decide seguir los pasos de su padre en el
mundo de la medicina pero a ella, no se lo pondrán tan fácil.
Tras la
muerte de su padre decide marcharse al Oeste y abrir una clínica en el pequeño pueblo
de Colorado Spring donde debe lidiar con la absurda idea machista del siglo XIX
de que las mujeres no pueden ejercer la medicina, de que su lugar es la casa y
su labor cuidar de sus hijos y su familia.
Ésta es
una serie que nos muestra un sinfín de valores, la familia, la amistad, la
igualdad de razas, la integración social, y sin duda, la lucha de la mujer por
sus derechos. Y sobre todo nos enseñó
que una cosa, no está reñida con la otra.
Micaela se convirtió en madre de una familia
numerosa y en amante esposa de su perfecto marido pero no por eso dejó de ser
siempre, la doctora dispuesta a ayudar a
todo el pueblo, aunque a veces fueran horribles con ella y los demás, la entrometida que estaba siempre en todos
los problemas que surgían, en la amiga que tendía una mano a los indios cuando
nadie más lo hacía. Se convirtió en
madre y esposa pero nunca dejó ser una profesional.
Y, a
pesar de que adoro también a ese personaje, lo siento pero no puedo concluir
diciendo que ella era la gran mujer tras Byron Sully. (Tan solo porque en esta
serie el personaje masculino no tenía tanto
peso como en las anteriores, Sully ha pasado a la historia de la televisión simplemente como “el
marido de la Doctora Quinn”).
Cronológicamente
la serie es contemporánea a JAG y Lois y Clark (año arriba, año abajo) y
posterior a Remington Steele pero como nos relata otra época, quiero que pensar
que La Doctora Quinn fue la precursora,
la que abrió las puertas y dejó el camino allanado para que las otras grandes
mujeres que he nombrado en esta entrada de mi casi siempre olvidado blog, y
otras tantas grandes heroínas que se me quedan en el tintero, otras que no
conozco pero seguro hay y todas las que están por venir, lo tuvieran, aunque sea, un poquito más fácil,
en su camino hacia la igualdad y la grandeza.
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