jueves, 16 de abril de 2015

Yo era una chica normal

Ésta es una historia que quizás algunos de ustedes ya han leído. Un micro relato que publiqué en mi perfil de facebook siguiendo un reto que me planteaba mi mejor amiga.  Lo que no saben es que esta historia tiene continuación.   Mis amigas me regalaron para mi cumpleaños un libro que recogía todos mis micros. !Es precioso! Bien, me pareció que ellas, que son la que más me apoyan en esta locura mía por escribir, se merecían también un ejemplar. Pero no como el mío, ni siquiera iguales entre ellos, no, cada una ha recibido (o SPOLIER! recibirá) su ejemplar personalizado. En cada cumple voy añadiendo una historia, siguiendo el hilo conductor de ésta primera.

Ésta es la historia, sexy y caliente, de una chica normal, cuya vida cambia cuando conoce a un enigmático rubio motero con una concepción muy abierta de las relaciones.

Espero que les guste.

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Yo era una chica normal, con relaciones normales y una vida tranquila hasta que él se cruzó en mi camino.
Él que lanzó un hechizo al fijar su penetrante mirada gris en mis ojos castaños.
Él que posó sus labios de pecado sobre los míos haciendo que deseara pecar sin parar.
Él, que me invitó a un paseo en su moto para después, aparcarla en un callejón oscuro, liberar su imponente cuerpo de la chaqueta de cuero negro y su larga cabellera dorada del casco.
Él que, sin saber muy bien cómo alzó mi cuerpo sin apenas esfuerzo y me obligó a tumbarme sobre la moto.
Él que desgarró su camiseta con una fuerza que me puso a mil y después usó los trozos para atar mis muñecas a los manillares.
Él que rompió el botón y la cremallera de mis vaqueros y los deslizó con fiereza por mis piernas.
Él que me arrancó el diminuto tanga negro de un solo bocado.
Él que me besó y mordió mi cuello como un vampiro sediento y después se introdujo en mi interior sin darme tiempo a pensar en nada.
Solo quería sentir, disfrutar y chillar como una loca pero su lengua jugando con la mía lo impedía.
Le mordí el labio inferior y eso le encendió todavía más. Las embestidas de su cuerpo fueron más rápidas, más duras cuando notó mis músculos más íntimos contraerse en torno a él.
Se dejó cear sobre mi pecho, exhausto y gruñó en mi oído
-Esto no ha hecho más que empezar muñeca, eres mía ahora.
- A tus órdenes- acepté complaciente notando como se humedecía de nuevo el interior de mis piernas porque...¿quién quiere una vida tranquila y relaciones normales? Yo desde luego ya no.

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