martes, 18 de diciembre de 2012

Qué quiero en la vida...(podemos empezar por el 2013)



Esta semana en una entrevista de trabajo me preguntaron: ¿Qué quieres en la vida? Y desde ese día la pregunta me ronda en la cabeza una y otra vez. ¿Qué es lo que quiero en la vida?

En ese momento contesté lo primero que se me vino a la cabeza: pues un trabajo fijo porque a partir de ahí ya puedes optar a otras cosas, la estabilidad de un sueldo te lleva a  la independencia, a controlar tu propia vida, a no depender de nadie.

Realmente no sé si eso era lo que el entrevistador quería escuchar o me puse demasiado filosófica. Tal vez tendría que haberle dicho: “lo único que quiero en esta vida es trabajar con ustedes”. 

Es una pregunta complicada de responder, cómo distinguir querer de necesitar. Lo que queremos no es siempre lo que necesitamos, o lo que nos viene bien.

Voy a lanzarme a la aventura y voy a decir algunas cosas que quiero, pero que también necesito:

  • -     Quiero a mi familia cerca, unida, quiero ver a mi madre reír cada día, (aunque sea a mi costa), quiero que mis hermanos sean también mis amigos, quiero que no olvidemos a papá, que podamos seguir contando historias en las que aparece, que sigamos guiándonos por las pautas que él nos marcó y que nos llevará a ser mejores personas, quiero que mis sobris sean felices, que lleguen lejos en la vida, que los pequeños crezcan sanos y fuertes y que los meses pasen rápido para poder tener en brazos a la nueva adquisición de la familia.

  • -     Quiero que mis amigos sigan siendo mis amigos. Esos que han estado ahí desde hace mucho tiempo, algunos desde que era niña y otros que llegaron más tarde, aunque eso no les hace menos importantes, quiero mirar al horizonte y sentir que existen personas al otro lado que tienen un trozo de mi corazón, como yo tengo aquí un poco del de ellos, quiero saber que tengo amigas en muchos lugares, que aunque no nos hemos visto nunca yo sé y ellas saben que nos tenemos para lo que haga falta, ya sea divagar o llorar por amores perdidos. Semper fi, un beso y un abrazo de esa personita que hace que reafirme y defienda que no solo es tu familia quien lleva tu sangre. 

  • -     Quiero sentir que llevo las riendas de mi vida. Que tomo mis propias decisiones, que me equivoco y aprendo de mis errores, que soy capaz de lamer las heridas y seguir adelante. Quiero ser libre, independiente, simplemente quiero ser yo.

  • -     Quiero sentir el amor y quiero que la otra persona también lo sienta por mí. Se acabaron los encaprichamientos o enamoramientos unilaterales, las idealizaciones de personas que no se lo merecen, se acabó subir a personas a un pedestal. Tengo que ser más sabia, más racional en ese aspecto.


Como le decía ayer a un amigo, (porque sí, ya eres un amigo) aunque suena a tópico: salud (para mí y para todos los que me rodean) un trabajo estable (que me ayude a sentirme realizada como persona y profesional y que me reporte dinero para no ser una carga) y amor ¡!quiero sentir mariposas!!



domingo, 9 de septiembre de 2012

¿Qué es la vida?


¿Qué es la vida?
La vida es un día en familia, una tarde con amigos, una noche de diversión.
La vida es esperar con ilusión a un nuevo miembro de la familia, pensar cómo será, cómo se llamará, desear que los meses pasen rápido para poder tenerle en nuestros brazos.
La vida es el llanto de un bebé, la sonrisa de un niño, la mirada de un adolescente con inquietudes.
La vida es el abrazo de a quienes aprecias, un beso de tu madre antes de dormir que te hace sentir como si volvieras a tener cinco años y cerca de ella nada pudiera ir mal.
La vida es poder recordar a los que nos han dejado y soltar una carcajada ante una anécdota curiosa, o una lágrima de nostalgia por échales tanto de menos que a veces duele.
La vida es un paseo en un caluroso amanecer, un paseo en coche con la música muy alta dándote cuenta de que, así, de buenas a primeras, de la noche a la mañana, entiendes el significado de las canciones.
La vida es un buen recuerdo de un buen amigo que está lejos, pensar en volver a verle, volver a abrazarle.
La vida es jugar con los niños, charlar con los mayores, un atardecer en la playa viendo como el sol se pone tras el Teide.
La vida es respirar el aire del mar al despertarte y notar como la presión que se ha ido anidando en tu pecho desaparece ligeramente.
La vida es saber que hay gente que se preocupa por ti, que sabe cuando estás mal que no te dejan solo a pesar de que eso sea lo que quieres.
La vida es un amigo que te escucha, (o te lee), que te da mil y un consejo aunque sabe que al final acabarás haciendo lo que te dé la gana.
La vida es sentir que has conseguido lo que te has propuesto, con esfuerzo, con dedicación y dándote más de un golpe.
La vida es eso que se va sucediendo mientras tú te empeñas en ser feliz, en hacer otra cosa.
La vida es eso que te imaginas cada noche antes de dormir.
La vida son todos esos pensamientos que fluyen de tu cabeza, ¿y si hago ….? ¿y si digo…?.... ¡odio los malditos “Y si….”! Mejor enfrentarse a lo que nos inquieta y dejar que el destino, Dios, el karma, el universo o cualquier cosa en qué creamos, haga el resto.
La vida es una nueva historia en mi cabeza, un nuevo proyecto que me ilusione, un nuevo amor que llega a tu vida.
La vida es como un barco a la deriva que desde que tomas conciencia tratas de encauzar, unos lo consiguen, otros parece que vamos eternamente en círculos hasta que al final....nos mareamos y queremos bajarnos.

sábado, 18 de agosto de 2012

Todo cambia


Las cosas cambian, la gente evoluciona y las relaciones también lo hacen. Pues bien, he descubierto que no me gustan los cambios. Odio los cambios. Porqué todo no puede seguir siendo como siempre. Lo sé, es una pregunta idiota pero es que, hoy me siento idiota.
No consigo hacer entender a mi cabeza, ni a mi corazón, que la vida es así, es un puto asco vale, pero es así.  Que las cosas cambian, la gente evoluciona y las relaciones también lo hacen.
Es solo que me es difícil aceptar que una persona pueda simplemente acostarse siendo de una forma y despertarse siendo de otra completamente diferente. No puedo asimilar que de repente algo que antes te era necesario o alguien que te importaba pasen a ser nada en tu vida con un simple chasquido de los dedos.
Pienso en mí misma y bueno, creo que no he cambiado tanto. Sigo siendo una chica normal, sencilla, a la que le encanta pasar tiempo con su familia, con sus amigos, tener una charla de adultos por la tarde y tener un maratón de series por la noche con alguna de sus sobrinas adolescentes. Soy esa chica a la que le gusta hacer fotos a los peques, reírse de cosas sin sentido con una amiga por teléfono y correr detrás de un pilluelo que empieza a andar para robarle un beso.
Sigo creyendo en la magia, en la inocencia de los niños; sigo soñando con un futuro prometedor, con un trabajo que me apasione, una casa bonita, un hombre cariñoso y viajes, muchos viajes.
En el fondo sigo siendo la misma niña algo mimada pero bastante madura que siempre fui. Seria y con algo de mala leche (sobre todo por las mañanas), aquella niña a la que le gustaba jugar a las barbies en la azotea con sus sobris casi de su edad, o a los ponys con sus amigas más queridas, la que disfrutaba de un día de playa en familia y la que se dormía soñando con ser fuerte e independiente como las heroínas de sus series favoritas.
Pero todo a mí alrededor ha cambiado. Y lo odio. Los cambios me dan un miedo profundo. Siempre había pensando que cuando el mayor miedo de tu vida se hace realidad, lo enfrentas y en cierta medida aprendes a vivir con él, ya nada puede asustarse. Me equivocaba.
Odio sobretodo cuando las personas a tu alrededor avanzan y, sin motivo, te dejan atrás, sin ni siquiera darte la oportunidad de elegir si quieres avanzar con ellos. Simplemente parece que ya no les importas, que ni si quiera te echan de menos, que no añoran como tu los momentos que juntos solían compartir.
Todo esto me produce una sensación horrible de abandono, una sensación de abatimiento, cansancio, melancolía y solo me dan ganas de fugarme lejos y como ellos, no mirar atrás. 


domingo, 24 de junio de 2012

Antiguo, pero cierto

Este texto es viejísimo. Si no recuerdo mal lo escribí durante alguna aburridísima clase de historia...esta noche he estado rebuscando en la carpeta "mis libros" y me lo he encontrado. Ni me acordaba de él, creo que alguna vez lo usé en algún fan fic, a pesar de que no es actual, me apetece compartirlo.


Mirando por la ventana los rayos de sol ciegan mis ojos. Estoy tratando de sacarte de mi cabeza, de mi corazón pero no lo consigo, te me has clavado a fuego y no encuentro la forma de sacar tus recuerdos de mí.

Veo tus ojos que me miran, pero no me ven
Tus labios que me muero por probar
Tu sonrisa que me transporta a lejanos lugares donde solo existimos nosotros
Tus manos a las que me gustaría agarrarme cada día para pasear contigo.
Tus brazos fuertes que me consolasen en los momentos malos, me sostuviesen para no caer o me ayudasen a levantar tras cada mal golpe del destino.

Pero nada es posible, estamos como en mi canción favorita: tan lejos y tan cerca. Es posible que estés a mi lado mientras escribo estas palabras, pero a la vez estás muy lejos.

Parece haber un muro infranqueable que nos separa, un muro que tu mismo, o quizás yo, has levantado, un muro que no tengo fuerzas para saltar. Estoy cansada, mucho, de luchar contra ti, contra mis sentimientos y contra todos los que están en mi contra, ya no puedo pelear más, no me quedan fuerzas, no me quedan motivaciones: tú no serás para mí, y con eso… ya no me queda nada.

Ahora solo me queda rendirme, dejar de luchar y dar esta batalla por perdida, ahora, solo me queda, olvidar. 

domingo, 3 de junio de 2012

Un amigo es...y no es...



Los amigos son esos seres a los empiezas tolerando y acabas queriendo como si fueran de tu familia.
Son aquellas personas que cuando les cuentas que tienes un problema te contestan: ¿qué hacemos?
Son esos seres que si les dices que estás depre y no saben que decir te cuentan el argumento de una película para que te olvides un rato de tu pena.
Son esos ángeles que guían en ocasiones nuestros pasos para evitarnos un batacazo emocional pero que cuando nos lo damos, (la mayoría de las veces por no hacer caso a sus consejos) siempre están ahí para darte la mano y volver a levantarte.
Son las voces que te consuelan cuando tu mundo se desmorona, los brazos que te arropan cuando todo va mal, los ojos que te tranquilizan solo con una mirada, los oídos que te oyen, incluso por teléfono a las tres de la mañana, los labios que te susurran palabras tranquilizadoras al oído cuando nadie más escucha, las manos que secan tus mejillas cuando las lágrimas han resbalado por ellas.
Es aquella persona que se sabe los nombres de tus hermanos, tus sobrinos e incluso muchos de tus primos aunque no los conozca.
Quien te oye llorar, quien te ve sufrir y está ahí, con paciencia, con buenas palabras.
Un buen amigo es tu conciencia, es quien te mantiene con los pies en el suelo, quien ha vivido a tu lado los buenos y los malos momentos.
Un buen amigo  es aquel con quien creciste, a quien viste pasar de niño a hombre, o de niña a mujer, con quien compartiste juguetes primero y posters de cantantes después y con quien ahora hablas de trabajo, matrimonio, hijos….
Quien comparte sus alegrías contigo, quien te considera "tío o tía" de sus hijos y comparte contigo sus logros, fotos. 
Un buen amigo es aquel que, aún sin haberte visto nunca, tiene contigo un vínculo tan fuerte que te sientes completamente segura de contarle toda tu vida, te da estabilidad, te responde siempre, aunque las conversaciones solo se produzcan por msn o por teléfono.
Alguien capaz de entender que cuando hablas de “Harm” no tiene nada que ver con el de la serie…quien entiende tus locuras, tus fricadas, con quien pasaste de comentar los capítulos de tus series favoritas, o tus fan fics a hablar de toda tu vida, tus decepciones, tus alegrías.
Aquel a quien no sueles ver a menudo  pero que sientes con fuerza en tu corazón, alguien a quien puedes estar largas temporadas sin ver que cuando os encontráis el pegamento que os une hace efecto y volvéis a ser una piña.
Quien se toma un café contigo, a pesar de no gustarle demasiado, tras un duro día de trabajo, quien te abraza y notas como tu cuerpo se relaja, quien te agradece con una sonrisa sincera un regalo de cumpleaños.
Intentar etiquetarlos a todos es imposible, puede que incluso una sola persona reúna más de una cualidad, entonces hay que considerarse afortunado porque se tiene un amigo más que especial.

Lo que está claro es que:
Un amigo NO  es aquel que inventa excusas para todo…como decían por ahí “quien te quiere no tiene excusas, tiene tiempo”.
Un amigo NO es aquel que solo te responde para ir de fiesta, con quien solo puedes contar en los buenos momentos.
Estoy segura de quiénes son los míos, de quiénes se verán identificados en cada frase, ¿puedes decir lo mismo de los tuyos? 

jueves, 31 de mayo de 2012

Amores...tan extraños que...

Amores...tan extraños que...


Desde niña siempre he sido una adicta a la televisión, donde las series son mi gran pasión. Ha llovido mucho desde Heidi y Marco, La abeja Maya hasta llegar a Padres Forzosos (mi favorita) y de ahí a las dirigidas a algo más “mayores”.
Durante mi adolescencia fui bastante teleadicta, guardo grandes recuerdos de las tardes en las que mis dos mejores amigas venían a casa (o yo iba a la suya) y nos veíamos todas las que ponían, sobre todo en verano. Son de aquella época clásicos como Urgencias, La Doctora Quinn, Los vigilantes de la playa, Sabrina, JAG, Expediente X, Lois y Clark ( y un largo etcétera).
Pero lo que busco con este texto no es nombrar todas las series que he visto, ni ponerme nostálgica al recordar, pretendo hacer un recorrido por mis grandes amores platónicos televisivos desde el primero hasta el último.
Corrían los años 80 cuando yo, siendo una niña de pocos años (por que soy del 83), viendo la televisión en casa con mis hermanas descubrí a uno de los hombres más maravillosos de la historia de la televisión y, aunque era pequeña, me enamoré profundamente de, como dice la intro de la serie, “sus ojos azules y su encantadora sonrisa”.



Pierce Brosnan se convirtió en la década de los 80 en el galán preferido de las mujeres, el hombre más admirado de la televisión gracias a su papel en la legendaria serie Remington Steele. Y fueron muchas, entre ellas servidora, quienes cayeron bajo el hechizo de este entrañable estafador reconvertido en detective que pasó de robar grandes obras de arte a robar corazones con su natural encanto.
Nunca entenderé cómo pudo su partener en la serie resistírsele tanto, convirtiéndose así en una de las primeras parejas televisivas en utilizar la tensión sexual no resuelta como hilo argumental de una serie.
Cambiando de amor y saltando de década, durante los 90 recuerdo haber tenido al menos dos amores platónicos y algún que otro cuelgue pasajero (qué? ¡!era una adolescente!!)
Uno de los hombres ficticios que más han marcado mi ficticia vida amorosa ha sido sin duda el creado por Donald (sí, como el pato) Bellisario (posiblemente el creador /productor/ guionista de televisión más odiado del mundo, al menos de mi mundo) para ser la estrella de  JAG (sin sobre nombres, que eso fue un invento de Antena 3).


“Siguiendo los pasos de su padre como piloto naval, el Comandante Harmon Rabb junior…” se convirtió en el hombre de mi vida cuando pasaba de ser una niña a ser toda una señorita. Le adoraba. El hombre que mejor luce el uniforme blanco de la marina, y el azul, y el verde de camuflaje, y el beige, y el de piloto etc etc…Me gustaba todo de él. Su sonrisa, su carácter, sus perfectos abdominales…con el tiempo empecé a madurar y a darme cuenta de que, Harm es todo fachada. Un físico que impone, un metro noventa y cuatro centímetros de marinero que conseguía poner a mis hormonas en posición de ¡firmes! , cada vez que se asomaba por la pantalla del televisor.
 Poco a poco crecí y maduré y me di cuenta que el chico es un auténtico inmaduro emocional, incapaz de reconocer sus sentimientos ( sí, sigo hablando de “ese” Harm) y , a pesar de eso y del tiempo que ha pasado, no sé qué extraño magnetismo tiene pero cada vez que me da por ver algún capítulo de esa maravillosa serie, vuelvo a caer irremediablemente enamorada de él. A pesar de eso reconozco, que la verdadera estrella de la serie, era Mac, pero de mis heroínas ya hablaré en otro momento.

Aún en la década de los noventa sufrí otro enamoramiento televisivo importante. Un hombre con dos personalidades completamente opuestas: el periodista y el superhéroe por excelencia, me hizo caer rendida a sus pies como si me hubieran clavado en el corazón una flecha de kriptónita.


Pasando de Superman, yo estaba enamorada de Clark Kent, el tímido, el que pasaba desapercibido, el periodista. Era el hombre de mi vida ejerciendo la profesión de mis sueños. Era perfecto en todos los aspectos,  el chico ideal con el que yo soñaba. Atento, romántico, sincero. Me desesperaba mucho al ver como Lois solo tenía ojos para Superman (creo que por eso todavía la odio) mientras el bueno de Clark babeaba por ella. ¡JA! Yo me habría tirado a sus brazos sin pensarlo un segundo. Clark Kent me marcó mucho, todavía hoy hay gente que defiende que mi pasión por el periodismo nació de la mano de mi amor por él. ¿Quién sabe? Quizás en un futuro encuentre un lugar parecido al Daily Planet, donde me asignen como compañero a un…Clark Kent, sin mallas bajo el traje de chaqueta claro.
Durante toda mi adolescencia tuve más flechazos, “rollos pasajeros” : el doctor Ross de Urgencias, el perfecto y guapo marido de La Doctora Quinn y muchos de los famosos hombres que corrían a torso descubierto, en bañador rojo por las playas de Santa Mónica en los Vigilantes de la playa, me llamaba la atención incluso Fox Mulder (aunque a este le vi con otros ojos en una re-visión más tardía de Expediente X), sin olvidar, claro está, a Leo, el ejemplo de perfecto marido florero de Piper en Embrujadas, sí, también me gustó,  pero Harm y Clark, fueron mis grandes amores.
Pasé después de ellos una época de tranquilidad, un momento entre amores, de transición, de “lo de siempre” y “los de siempre”. Desde el final de JAG fui bastante reticente a engancharme a otra serie, a otro hombre ficticio o a otra parejita que me hiciera sufrir lo insufrible hasta que una de mis mejores amigas me convenció de que le diera una oportunidad “a la serie esa de los huesos”.




Un día me decidí y la vi y sí, me enganché de mala manera. Con Bones he aprendido tres cosas básicas: que no es una serie que recomiende para ver cenando, que todas las respuestas están en los huesos si sabe mirarse bien y que Seely Booth es…!el hombre perfecto!


Yo, que venía de una larga relación con Harm, me encuentro de repente con un hombre que sabe enfrentar los sentimientos. Maduro, con unos ideales y unos valores muy parecidos a los míos. Un auténtico caballero andante con su brillante armadura del FBI. Valiente, capaz de romper huesos (para que su compañera luego los recomponga) y de ser un padre atento, cariñoso y entregado. Triste fue darme cuenta (y atención que aquí puede haber spolier) que cuando uno consigue lo que quiere el interés se pierde. Booth consiguió a Huesos y su relación se volvió (desde mi punto de vista) rutinaria y aburrida. Nunca me imaginé que el hombre del acromion perfecto (pienso que fue la forma de Brennan de decirle: ¡qué bueno estás!) fuera a resultar, como novio, más soso que un tapón de corcho (ejem, va por ti amiga!!) No voy a entrar en más detalles, porque eso me lo reservo para cuando me decida a escribir sobre “como cargarse una buena serie en varios ejemplos”.
Booth me decepcionó y entonces otra amiga me recomendó otra serie. Tras mucho insistir (creo que nunca te lo agradeceré lo suficiente) y tras quitarme los prejuicios derivados de comentarios como: “es una mala copia de Bones” “hay unos  asesinatos tal como el protagonista los describe en sus libros, ¿de qué me suena eso? ¡AH sí, de Bones!”…
Tardé quince minutos de reloj, los quince primeros del mejor capítulo piloto de una serie que he visto desde Remi, para caer , irremediablemente, hechizada por el embrujo y el encanto de Richard Castle.


Rick es el polo opuesto a Booth. Es inmaduro, infantil y para nada responsable, pero al mismo tiempo es divertido, encantador, gracioso, atento.
 Me gusta, simplemente porque creo que he llegado a un punto en mi madurez sentimental, (y puede que no solo la ficticia) en la que ya no me atraen los hombres de impecable uniforme que parecen tener una piedra en lugar de un corazón, ni los superhéroes que, queriendo estar en todas partes, descuidan a quienes tienen más cerca, ni siquiera los caballeros andantes de perfecto acromion que seguidos por su recalcitrante integridad terminan por ser aburridos.
No, ahora prefiero a los escritores con un punto de locura, que me hagan reír, que me lleven un café por las mañanas, sin complicaciones, leales como un cocker spanier, sin miedo a recibir un balazo por mí y capaces de reconocer sus sentimientos (aunque fuera en el peor momento) y que no pierdan nunca, el sentido del humor.



lunes, 2 de abril de 2012

Columna 2: ¿Realidad o mensajes del subconciente?

Dos actulizaciones en una semana, vaya! qué le pasa a mis musas?? :D Lisa, Sam y Liz están de vuelta!! os dejo con otra columna-historia, contada por nuestra nueva amiga Lisa!!

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¿Qué pasa cuando tu propia mente te manda constantemente mensajes que no sabes descifrar? ¿Qué sucede cuando no paramos de tener un sueño recurrente que nos dice que nuestra vida es un fraude, que nuestras decisiones son erradas, que nuestras relaciones no van a ninguna parte? ¿Qué hacer con la presión que te atenaza el pecho cada vez que piensas en la posibilidad de hacer caso a esos mensajes?

Liz  me llamó pasadas las dos de la mañana para contarme que Anthony se marchaba de gira promocional de su última novela y estaba muy deprimida. Sam me dejó un mensaje en el contestador porque había discutido con su oficial de mirada azul y estaba angustiada. Estas llamadas llegaban justo en el peor momento.

Ese mismo día mi teléfono había sonado y había recibido “la llamada”. Esa que llevaba esperando muchísimo tiempo, esa que pensé que no recibiría nunca.

Me habían ofrecido el trabajo de mi vida. Ese con el que soñaba desde que era niña, ese con el que fantaseaba jugando a ser Lois Lane. No es que no me encante escribir esta columna cada semana, pero, un trabajo como reportera de un gran periódico, era lo que siempre había querido ser, viajar tras la noticia, despertar hoy aquí y mañana ¿quién sabe dónde?

Era la oportunidad que había estado esperando desde que me dieron la última nota de la carrera casi ocho años atrás. Este, era mi momento, era mi deseo era…un ultimátum.

Sí, un ultimátum para David y para mí. Habían pasado ya cuatro meses desde nuestra pseudo-charla- pacto y él no había movido ficha. Sin bien me había dado pie a pensar que la cosa avanzaba, lenta pero segura, a veces tenía actitudes que me hacían pensar que el problema era que no le interesaba y no sabía cómo hacérmelo saber.

Bien, yo no quería meterle prisa, mi parte del pacto era esperarle pero, parecía que el destino había tomado la decisión por nosotros. Ahora sí, que iba a tener que hacer algo.

Después de dar la gran noticia a mi familia, los cuales se alegraron por mí, todos sabían que esa era mi vocación, probablemente desde que no era más que un frágil embrión, me tocó reunir a mis amigas y soltarles la bomba.

Sentadas en el café de siempre, con el trozo de tarta de siempre y los capuccinos de siempre, Liz relató con pelos y señales cómo había planeado su despedida para su escritor favorito, que pasaba por hacer realidad algunas de las tórridas escenas de su novela más caliente. Sam nos contó que tras la tempestad había llegado la calma y tras los gritos la reconciliación más intensa y pasional que jamás habían tenido ella y su oficial y caballero. Perfecto, las necesitaba relajadas y de buen humor.

Sam se dio cuenta de que estaba demasiado callada, ni siquiera me había sonrojado con el relato de su reconciliación, demasiado explícita para mi timidez natural, algo con unos dados de posturas y unas cremas con sabores de por medio. Liz la secundó, bien, se habían dado cuenta así que, había llegado el momento.

Me voy, dije sin más, y pasé a contarles entusiasmada la oferta de trabajo que me habían hecho y que no había podido rechazar. Por supuesto se contagiaron de mi entusiasmo, no les gustaba la idea de que estuviera lejos de ellas, pero, no sería la primera vez y sabían que nuestra amistad era lo suficientemente sólida como para no resentirse por la distancia. Y las dos me conocían lo suficiente para saber qué se me estaba pasando por la cabeza, o mejor dicho, quién.

Sam fue directa al grano: ¿Ya se lo has contado a David? No, fue mi respuesta. Primero mi familia, luego vosotras y él…bueno, no sé si quiero contárselo a él.

Ninguna de las dos podía entender mi respuesta, ¿por qué no iba a querer contarle algo así al que se suponía que era mi mejor amigo? Simplemente porque no sé si estoy preparada para estamparme contra su muro, no sé si quiero darme cuenta de que no le importa lo más mínimo lo que haga con mi vida.

Sé que tengo que hacerlo, sé que tengo que enfrentarme a  uno de mis mayores miedos: llegar a conseguir la vida que siempre he soñado pero que él no quisiera estar en ella.

Lo peor de todo era la sensación de culpabilidad que atenazaba mi estómago. Sí me sentía culpable porque en todos los escenarios que había elucubrado mi imaginación era capaz de irme sin mirar atrás, de decirle “esto es lo que hay, seguiré adelante sin ti”. Era capaz de sacarle de mi vida y ya está…¿Era capaz?

Solo tardé tres días en descubrir la respuesta. No, no sería capaz.

Allí estábamos, sentados frente a frente con el mar de fondo en aquella playa que los dos adorábamos.  Me miraba temeroso de mis palabras.

No sabía cómo podía contarle lo sucedido sin que sonara a ultimátum, no quería que pareciera un “ahora o nunca” …no quería, no quería…y fue exactamente lo que hice.

Me marcho- le solté sin pestañear, y su respuesta no distó mucho de la de Liz y Sam, dijo que si era lo mejor para mi, también lo era para él, que si era lo que quería, debía hacerlo…entonces, ¿porqué mi reacción no fue la misma que con mis amigas?- Ya  que no has hecho ningún avance en estos meses puedo deducir que no te intereso, bien, tengo que superarlo, es mi problema, soy yo quién cruzó la línea de la amistad, no quiero perderte, pero entiende que necesito seguir adelante, ahora voy a tener mucho espacio pero, también necesito tiempo así que, no me llames, no me escribas, cuando sea capaz de volver a verte como el amigo que has sido tanto tiempo, como el chico que me apoyó en el peor momento de mi vida, entonces, te llamaré.

Quizás ingenuamente esperaba otra respuesta. Esperaba una declaración a la desesperada, un “no te vayas, te necesito”. Tal vez fue la pasividad que mostró ante mis palabras, tal vez su frialdad ante mi marcha, me dio la sensación de que le daba igual, de que no le importaba nada si me iba a la China o Japón. ¡Qué me parta un rayo!, en ese momento, pensé que eso tampoco le importaría.

Así que me levanté, caminé hacía mi coche y me marché, dejándole allí. No sé, y nunca sabré qué hizo, ni como volvió a casa. No sé si se tiró de cabeza al mar o si lloró como un niño asustado. Pero quiero pensar que llamó a alguien, seguramente a quien durante meses le ha estado apartando más y más de mí, y volvió a su casa sin más.

El incesante ruido del despertador me sobresaltó en medio de aquel sueño que odiaba, aquel que parecía haberse instalado en mi cabeza y que cada noche reproducía como cuando le daba al play en el mando del dvd para ver mi serie favorita…una y otra vez, y otra vez y siempre igual…A David no le importaba que me fuera, y a mí…a mí eso me angustiaba.

Descolgué el teléfono y llamé a Liz. Anthony no se iba de gira. Llamé a Sam: ella y su chico no habían discutido, aunque sí que habían usado sus dados de posturas y sus cremas con sobres,  y mandé un sms a David: ¿te apetece un café? “Sí”, respondió rotundamente. Respiré hondo un para de veces, a pesar de la pesadilla, todo estaba bien.

Tengo que trabajar mucho para aprender que los sueños, sueños son y que mi subconsciente, no está tratando de decirme nada.  

                                                                    Lisa, 2012

sábado, 31 de marzo de 2012

Sexo a la española: Columna 1: Quiero ser como Sam

Como ultimamente no se me ocurría nada para actualizar y como he estado viendo Sexo en Nueva York, he decidido crear unos personajes, completamente ficticios, y escribir algo parecido a la columna de Carrie Bradshaw. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Los hechos serán narrados desde el punto de vista del personaje principal de la historia, Lisa, una joven columnista de buen corazón y dedos rápidos. ¡¡Espero que os guste!!

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A menudo, mi amiga Liz y yo, hablamos de lo mucho que nos gusta la forma que tiene nuestra amiga Samantha de ver la vida y repetimos una y otra vez la frase: “Yo de mayor, quiero ser como Sam” Por eso, (y porque es su cumple) mi columna de hoy va dirigida a ella, a esa gran persona que nos intenta enseñar a ver la vida desde otra perspectiva, que nos alienta a cambiar, que nos empuja a ver el lado divertido de las cosas y que siempre, pase lo que pase, está ahí cuando de verdad se le necesita.

Vivimos en una época en la que las relaciones humanas parecen haberse estigmatizado. Las relaciones monógamas es lo que parece estar de moda.

A las chicas como yo, que ya rozamos la treintena, nos han metido en la cabeza desde niñas que lo ideal en la vida, la única forma de tener una estabilidad, tanto económica como emocional, es conocer al hombre maravilloso que englobe en una sola persona al marido perfecto, el amante más apasionado y al mejor padre para nuestros hijos pero ¿realmente es esto lo que queremos?

Por la forma en la que me han educado, quizás por ser una hija nacida a destiempo, por ser la hermana pequeña o por ser de pueblo, siempre he aspirado a casarme y tener hijos. Con el tiempo mi propio carácter se ha ido desarrollando y mis ideales distan ya mucho de los cánones establecidos, de las pautas que otras mujeres de mi familia han marcado.

¿Es siempre la mejor forma de vivir aquella que nos resulta más cómoda? ¿Puede un solo hombre reunir todas las facetas que una mujer de nuestro tiempo necesita?    

Mi amiga Sam es profesora y es una detractora acérrima de los juguetes específicos de cada sexo. Me explico, ¿Por qué regalar a la niña para navidad el típico carrito de limpieza con escoba, fregona y cubo? ¿Porqué los coches de carreras tienen que ser siempre para los varones? ¿No es mejor que cada niño juegue con lo que le guste y no encargarnos los mayores, de marcar su orientación sexual o de inculcarles un rol ya desde que son pequeños?

Liz y yo intentamos seguir sus pasos en cuanto a relaciones se refiere, poco a poco, hemos pasado de la teoría, sí, las largas tardes de charlas en mi casa, a la práctica. Nos hemos saltado a la aventura, nos hemos soltado la melena y estamos viviendo una vida que jamás podríamos haber pensado que estuviera a nuestro alcance.

Como ya he dicho Sam es profesora, además también es fotógrafa y es lo que nosotras definimos como “un culo inquieto”.

Vive su vida a caballo entre el insti, el estudio donde fotografía y las salidas. A veces creo que pasa más tiempo tras el volante de su Volkswagen New Bettle , que en su propia casa. Tiene una vida intensa, nunca puede parar, siempre tiene que estar haciendo cosas.

Es sin duda su carácter independiente lo que me más envidio de ella. No necesita de nadie para hacer lo que quiera o ir a dónde quiera. En fin, me estoy yendo por la tangente y no se trataba de esto.

Liz y yo solíamos ser muy sosas y Sam es puro desparpajo, poco a poco hemos ido aprendiendo de ella, que no debemos engancharnos a un hombre, que éstos son de ida y vuelta, que nosotras marcamos las pautas y si no nos gusta lo que nos ofrecen: “pues ahí tienes la puerta”. Nos costó asumirlo pero, finalmente, lo hemos conseguido.

Siguiendo las directrices de nuestra heroína, mi amiga y yo nos hemos lanzado a la aventura del amor y el sexo desenfadado, sin compromisos, el amor es libre y no tenemos porque encasillarlo o tratar de ponerle límites.

Siempre se ha dicho que de una boda siempre sale otra, pues bien, como no podía ser de otra forma, Sam conoció a su actual novio en una boda y lo suyo ha sido casi una historia de cuento de hadas.

Ella, una joven hermosa, de corazón indomable y mentalidad libre y él, un guapo oficial de uniforme blanco y ojos azules.

Como si de un relato pensado por mi sobre mi serie favorita de televisión se tratara, mi amiga y su oficial de ojos azules vivieron una intensa relación desde el principio, con altibajos y largas separaciones, que al final, han visto como, con paciencia, y dedicación, los dos han conseguido llevar a buen puerto.

La historia de Liz es sin duda diferente. Ella conoció a Jericho de manera accidental, y nunca mejor dicho.

En un día como otro cualquiera en la inmensa librería donde trabajaba organizaron una lectura de libros en el que, el famoso autor de novelas eróticas Anthony Mackenzie leería para sus fieles admiradoras, (ella la que más) diferentes pasajes de su última novela “La condesa desnuda”.

Mi amiga estaba emocionada como una niña el día de Reyes, nos había invitado a Sam, a mí y a otras amigas, al que, según ella, sería el acontecimiento literario del año, y al que nosotras, aunque fuera por la fiesta y la barra libre de después, accedimos ir.

Y allí estábamos nosotras viendo como Liz corría de un lado a otro histérica ultimando los detalles cuando de repente se da de bruces contra un metro noventa de hombre, de pelo y tez tostada por el sol y profundos ojos negros.

Le miró de arriba abajo sintiendo un latigazo de emoción recorrer todo su cuerpo.  Era total y completamente irreal, parecía sacado de una escultura griega, el pecho musculado, los abdominales perfectamente definidos.

Sam y yo no podíamos salir de nuestro alucine, ¿de verdad nuestra amiga acababa de “comerse” a su escritor favorito?

Nuestro estado de flipe no hizo más que aumentar cuando vimos como el guaperas de Anthony  leía los pasajes más húmedos de su novela sin apartar la vista de nuestra acalorada amiga, quien, tres Cosmopolitan y unas cuantas horas después se comía, ahora sí literalmente, a su dios griego particular.

En cuanto a mí…conozco a David desde hace tanto tiempo que ni siquiera puedo recordar cuánto. Él siempre ha estado ahí, en los buenos momentos, en los malos momentos.

Tenemos una relación tan sólida como atípica, una extraña amistad cargada de tensión sexual que parece sacada del mejor guión de cine.

Nunca me había planteado tener nada con él que fuera más allá de nuestra idílica amistad, nunca…hasta que hace cinco años nos vimos obligados a separarnos por cosas de la vida y entonces me di cuenta que no le echaba de menos de la misma forma que a mis otros amigos, que la dependencia emocional que tenía de él era tan fuerte que a veces me resultaba insoportable. Tras muchos quebraderos de cabeza, acabé por admitir, casi sin querer, que estaba atrapada en el típico tópico de “pillada por mi mejor amigo”. Qué absurdo.

Después de un conato de relación fallida en la que no llegamos a cruzar los límites físicos y una conversación un tanto ambigua los dos habíamos pactado algo: Yo le esperaría, y él se encargaría de que esa espera no fuera muy larga.

Soy consciente de que mis amigas no entendían ese pacto, que en ocasiones, incluso a mí me parecía absurdo. Sam lo dijo “Lisa, no tenéis quince años”.

Por eso un buen día me animaron a divertirme un poco. Una tarde como otra cualquiera de capuccinos y  confesiones, Sam y Liz ( a la que habíamos tenido que despegar de su escritor prácticamente con agua caliente) plantaron en mi cabeza una semilla que no tardaría en germinar.

“Nadie ha dicho que mientras esperas al príncipe, no puedas besar a otras ranas”, dijeron y me di cuenta de que tenían razón.

¿Porqué ser fiel a un hombre que no sabía si me lo era a mí? Total, no es como si fuera  a casarme con el primero que me dijera algo bonito, solo iba a divertirme.

Por eso, un sábado por la noche salimos las tres dispuestas a comernos el mundo, más bien a que yo me comiera el mundo…o lo que surgiera.

Cuando ya mis ánimos comenzaban a estar bien elevados y mi ego por las nubes gracias al vodka que corría por mis venas, alcé la vista y le vi.

Sentado en un taburete frente a la barra, Richard me miraba con unos profundos ojos azules que brillaban tras unas finas ganas con monturas al aire que le daban un aire intelectual y sexi que pusieron a mis hormonas en posición de ¡firmes!.

Tras una o dos (puede que tres) copas, doscientas cincuenta sonrisas y cuatrocientos veinte guiños de ojos Rick me invitó a bailar….y bailamos, y bebimos y lo siguiente que recuerdo es su lengua llegando a mi garganta y sus fuertes brazos llevándome a su cama.

A la mañana siguiente me desperté y me marché, fue divertido eso de besar ranas, y seguí haciéndolo.

Ahora, sé que sigo enamorada, y que seguiré esperando a que sea David quién me lleve en brazos a su cama, pero gracias a mis amigas, ya no sufriré  la soledad del que espera sin saber qué o cuánto va a tardar.

Este es pues la historia de tres chicas, que aunque sea de forma diferente y con pensamientos diferentes, perseguimos el mismo objetivo: encontrar el amor, encontrar a alguien que nos quiera y nos haga ver la vida en color…rosa maquillaje.

Así concluye esta columna, que acabó siendo  más bien un relato, dedicada a una de mis mejores amigas en el mundo, con un poco de realidad, unos toques de fantasía, un halo de esperanza pero sobre todo mucho amor.

¡Feliz cumple Sam!

miércoles, 29 de febrero de 2012

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El otro día pensaba escribir una entrada para el blog sobre cosas que no me gustan, que me alteran o me deprimen pero no tenía tiempo y lo dejé “para otro día”. Sin embargo hoy he decidido convertir esa entrada en una lista de las cosas que sí me gustan, ¿qué se le va a hacer?, tengo el día optimista.

Me gusta…la sensación de tener un montón de ideas en la cabeza, sentir la inspiración brotar hacia mis dedos y ver mis pensamientos plasmados en una hoja en blanco de Word. Nunca he sufrido del llamado “miedo al folio en blanco”, me encanta empezar historias, distinto es que después consiga acabarlas.
Me gusta…irme a la cama y pensar “cómo me ha cundido el día”. Adoro saber que he aprovechado el tiempo, que he hecho mil cosas.
Me gusta….sentirme útil.
Me gusta… sentirme inteligente, responsable, independiente.
Me gusta… la risa de mi madre.
Me gusta pasar …tiempo con mis sobris, una conversación de adultos con mis hermanos, una reunión familiar sin motivo, solo por estar juntos un rato.
Me gusta…cerrar los ojos recordar, a mi padre, su voz, sus consejos, mi infancia.
Me gusta…estar con mis amigas, hacer y decir locuras, reírnos sin preocupaciones, sin razón, por una vieja foto o un comentario en facebook.
Me gusta…saber de los que están más lejos, un mensaje, un saludo. Aunque a veces parezca un poco pesada me gusta que mis amigos, aunque estén a miles de kilómetros, sepan qué hago o cómo me siento, me parece una forma de hacerles partícipes de mi vida, de dejarles claro que aunque estén lejos, siguen importándome, y sigue importándome lo que piensen.
Me gusta…la sensación de ver a alguien después de mucho tiempo y “engancharnos” como si nos hubiéramos visto ayer.
Me gusta…la risa y el olor de los bebés.
Me gustan…las gominolas para escribir (aunque las de hoy saben un poco a jabón)
Me gusta…cuando alguien me dice “qué tía tan joven eres”, adoro pensar que mis sobris me ven como a alguien cercano, con quien pueden compartir confidencias, reírse, ir al cine o ver la tele en casa un sábado por la tarde.
Me gusta...la sensación que se me queda en el cuerpo tras una clase de pilates, el cansancio unido a la relajación y la satisfacción por lo que he avanzado ( en la postura de mariposa llego la cabeza  a los pies :D)

Me gusta….cuando me dicen “qué guapa estás”
Me gustan…los paseos en coche con mi mejor amigo, reírnos sin motivos, las gominolas en la playa.
Me gustan…las reposiciones de Castle a medio día.
Me gustan…las conversaciones con mis amigas del  foro, te cualquier cosa, te cualquier tema.
Me gusta… que me tengan en cuenta.
Me gusta conducir por autopista con la música puesta.
Me gusta visitar a mi vecina por las tardes y jugar con su bebé.
Me gusta…tener un proyecto entre manos.
Me gustan … los mensajes espontáneos.
Me gusta…que me llamen princesa.
Me gusta…leer al sol escuchando música.
Y me gusta mirar el horizonte y ver El Teide desde Gran Canaria.


viernes, 3 de febrero de 2012

Corazones de gominola.,..algo tan simple

 
Gominolas con forma de corazón

Pequeños detalles…cosas nimias, sin importancia que a veces consiguen tener en algunas personas un efecto que muchas otras no entienden. 

Algo tan simple como una palabra educada. Dos desconocidos que se miran e intercambian un “buenos días”…quizás esas sean las únicas dos palabras que salgan de la boca de uno u otro, o quizás sean las últimas. 

Algo tan simple como un “qué ojos tan bonitos tienes” que dice un amable frutero a una joven clienta que tal vez sirvan de empujón a que la chica se anime a verse guapa así misma. 

Algo tan simple como aceptar una invitación de alguien aunque no te apetezca lo más mínimo lo que te ofrece. Tal vez ese alguien solo quiere estar contigo y no encuentra una mejor forma de pedírtelo.  Quizás sea su forma de ponerte a prueba, porque en alguna parte de su mente, o de su corazón, necesita saber que le importas algo, un poquito tan solo. 

Algo tan simple como un mensaje de buenos días, un café para dos, una sonrisa acompañada de un guiño de ojos. 

Algo tan simple como la alegría de alguien que hace mucho tiempo que no ve te ve, como la risa de un niño que te adora. Como el mensaje de un amigo que está muy lejos y comparte alguna alegría contigo. 

Algo tan simple como una llamada de teléfono: “¿Necesitabas algo? …No, solo llamaba para oírte”. 

Algo tan simple como un beso ficticio de los protagonistas de tu serie favorita, esos cuya historia de amor y desamor te recuerda tanto a la tuya propia. 

Algo tan simple como una frase acertada de un amigo que te conoce, que te entiende, que ha llorado y reído contigo. 

Algo tan simple como un beso de buenas noches a tus padres y un recuerdo para los que se han ido, todo esto antes de irte a dormir. 

Algo tan simple como el recuerdo de un maravilloso sueño la noche anterior, el deseo de que se repita....

Algo tan simple como una bolsa de corazones de goma en la mesilla de noche.

Hay una canción que habla de “deseo de cosas imposibles” …nada de esto es imposible, solo es …algo tan simple.